Una virtud necesaria. Apotegma de San Antonio Abad

17.01.2016 00:56

Antonio, es uno de los padres del desierto, un gran asceta que fue tentado por el maligno de muy diversas formas.El denominado «padre de los monjes», de vez en cuando abandonaba el desierto y misionaba en Alejandría combatiendo el arrianismo. Su máxima fue: «esforcémonos en no poseer nada que no nos podamos llevar a la tumba, es decir, la caridad, la dulzura y la justicia. Toda prueba nos es favorable. 

Hay una virtud que autentifica todas las demás: La paciencia. Si falta, el edificio espiritual amenaza ruina pese a su brillante fachada. La imagen empleada por Antonio recuerda la del Evangelio: “Desgraciados de ustedes, escribas y fariseos, que parecen sepulcros blanqueados: por fuera tienen hermosa apariencia, pero dentro están llenos de huesos y de podredumbre; igual vosotros, por fuera ofrecen a la vista de los hombres la aparencia de justicia, pero por dentro están llenos de hipocresía e iniquidad.” (Mt 23, 27-28).

La paciencia permite “soportar” la prueba: ella es la hermana de la humildad. Antonio poseía de igual modo la una y la otra: “él era pacientísimo y de ánimo humilde.” Sabiendo el precio de la dulzura que es señal de una grandísima fortaleza, ejercitaba en ella a los hermanos.

 

Nota: Apotegma (del griego αποφθεγμα / apophthegma; -plural: apophthegmata- a través del latín) es una sentencia breve y graciosa en la que subyace un contenido moral aleccionador.

 

 

*https://parrhesiamonastica.blogspot.com.ar/2011/04/apotegmas-de-san-antonio-abad.html